lunes, 11 de julio de 2011




Un joven, ya no daba más con sus problemas.
Cayó de rodillas, rezando, "Señor, no puedo seguir.
Mi cruz es demasiado pesada".
El señor, como siempre, acudió y le contestó,
"Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz,
guárdala dentro de esa habitación.
Después, abre esa otra puerta y escoge la cruz que tú quieras".
El joven suspiró aliviado. "Gracias, Señor" dijo,
e hizo lo que le había dicho.
Al entrar, vio muchas cruces, algunas tan grandes que no
les podía ver la parte de arriba.
Después, vio una pequeña cruz apoyada en un
extremo de la pared.
"Señor", susurró, "quisiera esa que está allá".
Y el Señor contestó, "Hijo mío, esa es la cruz que acabas de dejar".
Cuando los problemas de la vida nos parecen abrumadores,
siempre es útil mirar a nuestro alrededor y
ver las cosas con las que se enfrentan los demás.
Verás que debes considerarte más afortunado
de lo que te imaginas.
TU CRUZ,
cualquiera que sea tu cruz, cualquiera que sea tu dolor,
siempre brillará el sol después de la lluvia.

Es curioso cómo puedes enviar miles de chistes por el correo
electrónico y cómo se difunden al igual que el fuego
en el pasto seco.
Sin embargo, cuando empiezas a enviar mensajes acerca del Señor, la gente lo piensa dos veces antes de compartir.

CURIOSO, ¿VERDAD?
¿Estás riendo?
¿Estás pensando?
¡¡¡Difunde la Palabra y dale gracias al Señor, porque Él es bueno!!!
Curioso, ¿verdad?. Cómo cuando vas a reenviar este mensaje, cuántos de tu lista no lo reciben, porque no tienes la seguridad
de que crean en algo.
Ahora tienes, una vez más, la oportunidad de enviar un mensaje de reflexión, inclusive a esas personas.
Recuerda ese antiguo adagio que dice
"gota a gota, el agua horada la piedra".

¡¡¡Qué el Señor te bendiga siempre, y a tus seres queridos!!!

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